La mayoría de los estudios realizados sobre las consecuencias del abuso sexual infantil, concluyen que los niños abusados presentan en mayor medida síntomas de miedo, pesadillas, estrés postraumático, depresión, retraimiento social, trastornos somáticos, conducta sexual inapropiada, conducta regresiva (enuresis, enopresis), conducta antisocial agresiva, problemas de aprendizaje, hiperactividad, huída de casa, etc.
Algunos efectos del abuso sexual pueden darse en todo el período infantil, y otros pueden ser específicos de una etapa; por ejemplo, los preescolares no suelen tener tanta culpabilidad como los escolares o adolescentes.
En el caso de los preescolares, el síntoma más característico suele ser la manifestación de algún tipo de conducta sexual anormal o inadecuada para la edad (masturbación manifiesta, excesiva curiosidad sexual o mostrar los genitales frecuentemente), sobre todo en niñas pequeñas y en niños mayores (según estudios que emplearon la CBCL en rango de 3-12 años).
Durante la infancia media (6-11 años) predominan los síntomas internos (depresión) y externos (agresión, desórdenes de conducta); también suelen ser frecuentes las conductas sexualizadas o el inicio de actividades sexuales junto a los problemas escolares, miedos, baja autoestima, hiperactividad o efectos en el funcionamiento cognitivo.
En la etapa adolescente, los síntomas más comunes son: depresión, baja autoestima, conducta suicida, retraimiento social, trastornos somáticos o conducta antisocial, así como un aumento de la probabilidad de presentar síntomas psicóticos. Al igual que en las anteriores etapas, la sexualización temprana es frecuente en este grupo.
En lo relativo a cómo afecta la relación con el agresor, los estudios son contradictorios, pues algunos autores (Sanders-Phillips et al.) han encontrado que las víctimas de abusos sexuales intrafamiliares presentan más problemas que las extrafamililares, mientras otros han demostrado que la sintomatología de ambos grupos es similar (Hazzard et al). Otros autores (Mc Leer et al.) concluyen que el trauma es mayor cuando los responsables del abuso son los padres biológicos o padrastros, si bien es cierto que algunos autores han encontrado que los niños tenían más probabilidades de ser abusados por un extraño, mientras las niñas por algún pariente o conocido, y que el 73 % de los preescolares habían sido víctimas de abusos intrafamiliares mientras que en el caso de los menores de 6 años de edad, el porcentaje disminuía a un 42%.
En cualquier caso, la reacción de la familia o de las personas más cercanas, el apoyo percibido y recibido (profesional o no profesional), así como la forma en que se llevan a cabo los interrogatorios y evaluaciones por parte de los distintos profesionales implicados (policía, psicólogos, jueces, fiscales, etc) contribuirán a potenciar esos síntomas y revictimizar a las víctimas, o pueden actuar como amortiguadores del impacto.
En Barba León, tenemos amplia experiencia en la peritación del abuso sexual infantil y en el trabajo pericial psicológico con menores de edad. Contacte con nosotros si necesita ayuda.